
Gracias Maestro.
Las versiones de Oaxaca pueden ser desde la mía hasta las más elaboradas, tengo una simple: he visto grandes anuncios (no de lo que conocemos en el norte de México como espectaculares) que dicen “Estas tierras son tierras comunales”. Mucho de eso explicaría el tequio, pero esa forma de vivir, de ser conscientes, de saberse autónomos, carece de sentido ante una cosa que poco tenemos en el norte: el sentido de la identidad.
Como que eso es lo que he estado trabajando en mis poemas recientes, en mis cuentos (novedad que me sorprende porque apenas la experimento). En mi vida apenas he escrito algunos cuentos que he compartido con Juan José Macías, Javier Acosta y José Arturo Burciaga. Aquí un extracto del último.
Pero regresando a esto de Oaxaca: sabedores de los efectos de la globalización, de la expoliación capitalista y demás artilugios de la postmodernidad, las gentes de aquellas tierras tienen un excelso gusto por el mezcal, por saber entregarse.
Aquí una postal, que subo hoy que gane una apuesta con estodel futbol, se trata de un campo de juego de pelota.
La compañia Altavista utilizó el nombre de babelfish (pez de Babel) para su software de traducción on-line, en su honor (de: http://es.wikipedia.org/wiki/Pez_de_Babel). Pero además ha sido empleado en la física:
/boh'gon/ (By analogy with proton/electron/neutron, but doubtless reinforced after 1980 by the similarity to Douglas Adams's "Vogons")
1. The elementary particle of bogosity (see quantum bogodynamics). For instance, "the Ethernet is emitting bogons again" means that it is broken or acting in an erratic or bogus fashion.
(de http://dictionary.reference.com/browse/bogon)
En esa novela se habla de los Vogones, los peores poetas de la galaxia.
La unión libre
Mi mujer de cabellera de fuego de madera
De pensamientos de relámpagos de calor
De cintura de reloj de arena
Mi mujer de cintura de nutria entre los dientes del tigre
Mi mujer de boca de escarapela y de ramo de estrellas de última magnitud
De dientes de huellas de ratón blanco sobre la tierra blanca
De lengua de ámbar y de vidrio frotados
Mi mujer de lengua de hostia apuñalada
De lengua de muñeca que cierra y abre los ojos
De lengua de piedra increíble
Mi mujer de pestañas de palotes de escritura infantil
De cejas de borde de nido de golondrina
Mi mujer de sienes de pizarra de techo de invernadero
Y de vaho en los vidrios
Mi mujer de hombros de champaña
Y de fuente con cabezas de delfines bajo el hielo
Mi mujer de muñecas de cerillos
Mi mujer de dedos de azar y de as de corazones
De dedos de heno cortado
Mi mujer de axilas de marta y de hayucos
De noche de San Juan
De ligustro y de nido de escalares
De brazos de espuma de mar y de esclusa
Y de mezcla del trigo y del molino
Mi mujer de piernas de cohete
De movimientos de relojería y de desesperación
Mi mujer de pantorrillas de médula de saúco
Mi mujer de pies de iniciales
De pies de llaveros de pies de calafanes que beben
Mi mujer de cuello de cebada no perlada
Mi mujer de garganta de Valle de oro
De cita en el lecho mismo del torrente
De pechos de noche
Mi mujer de pechos de topera marina
Mi mujer de pechos de crisol de rubíes
De pechos de espectro de la rosa bajo el rocío
Mi mujer de vientre de despliegue de abanico de los días
De vientre de garra gigante
Mi mujer de espalda de pájaro que huye vertical
De espalda de azogue
De espalda de luz
De nuca de canto rodado y de tiza mojada
Y de caída de un vaso en el que acaba de beberse
Mi mujer de caderas de barquilla
De caderas de lustro y de penas de flecha
Y de tronco de plumas de pavo real blanco
De balanza insensible
Mi mujer de nalgas de asperón y de amianto
Mi mujer de nalgas de espalda de cisne
Mi mujer de nalgas de primavera
De sexo gladiolo
Mi mujer de sexo de yacimiento de oro y de ornitorrinco
Mi mujer de sexo de alga y de bombones antiguos
Mi mujer de sexo de espejo
Mi mujer de ojos llenos de lágrimas
De ojos de panoplia violeta y de aguja imantada
Mi mujer de ojos de sabana
Mi mujer de ojos de agua para beber en la cárcel
Mi mujer de ojos de madera siempre bajo el hacha
De ojos de nivel de agua de nivel de aire de tierra y de fuegoEn la foto: Alejandra Guzmán: foto tomada de http://www.yahoo.com.mx
De lo más extraño que he visto es a un narigudo estar hurgándose la nariz, tratando de sacar un tapón, porque claro, no podría haber mocos, hasta las fosas nasales más pequeñas dejan fluir a los mocos.
A veces sorprendo a mi índice en esa cotidiana pero extraña y entrañable lucha contra un (necio pero natural) tapón, lucha que por lo general éste último gana. Luego recurro al último recurso: ir al lavabo a soplar con toda la fuerza de mis pulmones por la nariz, tapando con la mano opuesta la fosa nasal sin broncas.
Pero. ¿Qué sucede cuando voy manejando? Este no es un caso particular, es precisamente en este punto donde sucedió esto del narigudo picándose la nariz. Me contagió.
A veces, cuando siento que no hay necesidad de luchar contra un moco seco (que según yo de eso están hechos los tapones), flexiono el índice hasta que forma una U invertida (y tridimensional), con el extremo exterior de ésta masajeo la fosa nasal que tiene el impedimento. Pero eso sólo da cierto alivio. Lo efectivo es enfrentarle, desde la punta del índice, con decisión, como este narizón al que miré picándose con tesón.
Por eso, pongo a Quevedo, que el gran Macías me recetó en más de ocho años.
Francisco de Quevedo (1580-1645)
A una nariz
Érase un hombre a una nariz pegado,
érase una nariz superlativa,
érase una nariz sayón y escriba,
érase un peje espada muy barbado.
Era un reloj de sol mal encarado, 5
érase una alquitara pensativa,
érase un elefante boca arriba,
era Ovidio Nasón más narizado.
Érase un espolón de una galera,
érase una pirámide de Egipto, 10
las doce Tribus de narices era.
Érase un naricísimo infinito,
muchísimo nariz, nariz tan fiera
que en la cara de Anás fuera delito.
Muestra los destinos por donde caminé cuando fui joven, regrésame la voz con la que supe halagar a la vida, los colores que conocí en estas aceras, en estos sudores de vientos y de excesos que dieron calor a mi cuerpo.
El aire me enfría, el vino me bendice, los árboles me desconocen, la sangre fluye por esos caminos, donde fui joven.
Ya las voces de ese tiempo son un eco empolvado y viejo. Miro esos lugares a donde llegaba aquel entonces, miro el reloj y recuerdo que nunca, que nunca antes lo miraba, pienso en las lamentaciones, en sus instantes y en la naturaleza de mi canto y de mi lamento.
Dime cómo evadir la tempestad, por dónde llegar al paraje donde amé y fui amado. Dime como reconocer ese que solía ser, ese que no encuentro, ese que ha sido diseminado en la sed del sediento, en el hambre del que olvida, en las palabras del que maldice, en los instantes del agonizante.
No maldigas —dice el Señor— y en su esencia están mis pensamientos, es su obra mi corazón, tengo esperanza, pero no tengo paciencia, pero no tengo sabiduría, pero no tengo calma.
Cada vez que siento ganas de caminar, cada vez que deseo mirar hacia los muros de tu ciudad, cada vez que siento arder la flama, quiero regresar a mi casa, buscar los pasos que me lleven a ese lugar donde caminé cuando fui joven, mostrar, con pocos paisajes, que fui joven.